Tengo 11 llamadas perdidas, algunas identificadas y otras de números que desconozco.
Hace algunos años incorporé un principio: El número que no tengo guardado, es decir, identificado... No existe!!!. Simple, así me evito responder llamadas equivocadas, agentes de bancos ofreciéndome plata, compañías ofreciéndome planes, casas comerciales ofreciendo tarjetas, tontorronas llamando por celos.
A pesar de lo anterior, debo reconocer que de las muchas llamadas que entran, hay algunas que concientemente no respondo. Evidente, a veces sé o percibo el tenor de la llamada... hay días en que son puros problemas, y la verdad es que a penas me hago cargo de mis problemas (también a veces los postergo).
Las personas se enojan cuando no les respondo, pero tienen que entender que yo elijo hablar o no hablar... No sé si lo entienden (me importa poco si lo entienden o no) pero el acto de comunicarse también pasa por una opción y hay veces en que yo opto por no comunicarme.
Me gusta mi silencio, como también me gusta mi comunicación, paradojal... es verdad... sólo yo lo entiendo.
Por ahora no quiero hablar con nadie, me abruma la certeza de que es para trasladarme algún problema.
Se me acaba de ocurrir algo, voy a anotar las veces en que me llaman por gratuidad, para saber como estoy o si necesito algo... tengo otra certeza... la cuenta siempre estará al debe.
También voy a anotar las veces que me llaman para pedirme algo, para negociar alguna situación o para plantearme algún problema del que me tengo que hacer cargo... les aseguro que esa cuenta siempre será abultada...
Quien por ahora quiera comunicarse conmigo, escriba, no aseguro responder, pero tengan la seguridad de que sí les voy a leer.
Llevo dos horas con los teléfonos desconectados y en silencio... seguirán así hasta mañana.
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